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Documental sobre el estrés



El estrés puede ser definido como la respuesta del cerebro a cualquier demanda. Hay muchas cosas que pueden desencadenar esta respuesta, incluido el cambio. Los cambios pueden ser positivos o negativos, así como reales o percibidos. Pueden ser recurrentes, a corto o a largo plazo, y pueden incluir cosas como ir y volver de la escuela o del trabajo todos los días, hacer un viaje durante las vacaciones, o mudarse a otra casa. Los cambios pueden ser leves y relativamente inofensivos, como ganar una carrera, ver una película de miedo, o montar en una montaña rusa. Algunos cambios son más importantes, como el matrimonio o el divorcio, una enfermedad grave o un accidente de coche. También hay otros cambios que llegan a ser más extremos, tales como la exposición a la violencia. Dichos acontecimientos pueden dar lugar a reacciones de estrés postraumático.

No todo el estrés es malo. Todos los seres vivos tienen una respuesta de estrés, que les puede llegar a salvar la vida en algunas situaciones. Las sustancias químicas y las hormonas liberadas durante esos momentos de estrés, sirven para prepararse para enfrentar una amenaza o huir a un lugar seguro. Cuando te enfrentas a una situación peligrosa, tu pulso se acelera, se respira más rápido, tus músculos se tensan, el cerebro utiliza más oxígeno y aumenta la actividad de todas las funciones orientadas a la supervivencia. A corto plazo, incluso puede estimular el sistema inmunológico.

Sin embargo, con el estrés crónico, esas mismas sustancias químicas que están salvando la vida en momentos puntuales, pueden suprimir las funciones que no son necesarias para la supervivencia inmediata. La inmunidad disminuye y el aparato digestivo, excretor y reproductivo dejan de funcionar de forma normal. Una vez que la amenaza ha pasado, otros sistemas del cuerpo actúan para restablecer el funcionamiento normal. Los problemas se producen si la respuesta de estrés se prolonga demasiado, como por ejemplo cuando la fuente de estrés es constante, o si la respuesta continúa después de que el peligro ha desaparecido.

Hay por lo menos tres tipos diferentes de estrés, todos ellos conllevan riesgos para la salud física y mental:

- El estrés causado por la rutina debido a presiones como por ejemplo el trabajo, la familia y otras responsabilidades diarias.

- El estrés provocado por un cambio negativo repentino, como la pérdida de un trabajo, un divorcio o una enfermedad.

- El estrés postraumático, causado por la experiencia de un evento como un accidente grave, una guerra, un atentado, un desastre natural, un asalto, o cualquier situación donde uno puede resultar gravemente herido o en peligro de ser asesinado.

El cuerpo suele responder a cada tipo de estrés de manera parecida. Cada persona puede sentirlo de diferente manera. Por ejemplo, algunas personas experimentan síntomas principalmente digestivos, mientras que otras pueden tener dolores de cabeza, insomnio, depresión, ira e irritabilidad. Las personas que viven bajo estrés crónico son propensas a las infecciones virales más frecuentes, como la gripe o el resfriado, y las vacunas, como la vacuna contra la gripe, son menos eficaces en ellas.

De todos los tipos de estrés, los cambios en la salud debidos al estrés causado por la rutina pueden ser los más difíciles de notar al principio. Debido a que la fuente de estrés tiende a ser más constante que en los casos de estrés agudo o postraumático, el cuerpo no recibe ninguna señal clara para volver al funcionamiento normal. Con el paso del tiempo, la tensión en el cuerpo bajo estrés rutinario continúa y eso puede conducir a problemas graves de salud, como enfermedades del corazón, presión arterial alta, diabetes, depresión, trastorno de ansiedad, y otras enfermedades.

Aquí puedes encontrar algunos consejos para reducir el estrés. No dudes en pedir ayuda si crees que lo necesitas.