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Cinco consejos para dejar de machacarte a ti mismo

Es muy bueno tener metas. Todo el mundo necesita tener cosas en la vida por las que esforzarse. Pero, ¿es necesario buscar constantemente la perfección en todo y autocriticarse con dureza por cada paso en falso o por tener la percepción de estar rindiendo poco? En dosis saludables, la autocrítica puede ser útil; a través de la introspección, nos encontramos con nuevas formas de mejorar, conectar mejor con los demás, ser más humanos y tener una mayor conciencia personal. Sin embargo, nada de esto es bueno cuando se hace en exceso o de una forma excesivamente dura, sobre todo en referencia a la autocrítica. Los efectos repetidos de esta práctica excesiva son perjudiciales; en vez de ayudarte a alcanzar tus metas o lograr una mejor versión de ti mismo, la autocrítica te lleva al propio menosprecio y a erosionar tu tranquilidad.

¿Te gusta cuando otras personas te juzgan y te critican? ¿Te anima a crecer o aumentar la confianza en ti mismo? ¿Tolerarías que alguien intimidara o acosara a tu hijo o a un amigo tuyo? Sin lugar a dudas, se trata de experiencias dolorosas. Entonces ¿por qué dejar que las voces de tu cabeza hagan lo mismo contigo? ¿Por qué ser tu propio matón? Porque eso es lo que eres si incesantemente te estás autocriticando. Nadie te conoce mejor que tú; nadie sabe lo que más te duele, o cómo atacar mejor tus debilidades de la forma más infame posible. Tratarse a uno mismo con desprecio y odio puede tener consecuencias para el bienestar mental, la salud y las relaciones con los seres queridos.

Todo esto proviene de la falta de compasión y amabilidad hacia uno mismo. A menudo es engendrada por las experiencias dolorosas de la infancia que dejaron cicatrices emocionales. Los niños son más vulnerables y susceptibles a la negatividad, debido a las duras críticas de los padres, maestros o compañeros, haciendo que pierdan su confianza y se sientan inseguros o inadecuados.

El deseo de evitar las críticas de los demás, nos acaba llevando a establecer criterios personales, y nos condiciona a pensar que tenemos que ser perfectos y mejores que otros con el fin de ser amados y apreciados.

El perfeccionismo en su forma positiva puede ayudarnos a ser más exitosos, pero la forma negativa, la autocrítica, en realidad impide nuestro progreso. El diálogo interno de caracter negativo y la preocupación por lo que dirán los otros puede bloquear la energía necesaria para convertirte en una mejor versión de ti mismo.

Nadie es perfecto, e incluso los mejores y más brillantes cometen errores. En lugar de insistir en los fracasos, vale la pena aprender de ellos y seguir adelante. A continuación tienes cinco pequeños consejos para ayudarte a ser lo mejor que puedes llegar a ser:

1. Céntrate más en el diálogo interno de caracter positivo.

Haz un esfuerzo consciente para detener el hecho de hundirte a ti mismo. Felicítate a ti mismo por las cosas que haces bien; reconoce tus logros, no importa cuán pequeños sean. Haz una lista al final de cada día de 5 cosas que hiciste bien o que te hicieron feliz.

2. Practica la bondad hacia ti mismo.

Ser amable contigo mismo es tan importante como ser amable con los demás. Las cosas que nunca les dirías a tus seres queridos tampoco debes decirtelas a ti mismo. Sé tu mejor amigo.

3. Deja de compararte con los demás.

Si tiendes a compararte con alguien que en algún aspecto es mejor que tú, estarás jugando a un juego perdido. Acepta el hecho de que no eres perfecto, y céntrate en ser la mejor versión de ti mismo.

4. Piensa en los errores como oportunidades de aprendizaje.

La vida es un proceso sin fin de automejora, y los errores son inevitables. Es como un viaje, y al igual que la mayoría de viajes muchas veces se toman algunos giros equivocados, eso también sucede en tu vida. Tienes muchas cualidades y muchas áreas en las que mejorar. Ver esos errores como oportunidades te muestran lo que necesitas para trabajar y llegar a ser lo mejor que puedes ser.

5. Sé paciente contigo mismo.

Se necesita tiempo para corregir los hábitos dañinos que se han tenido durante la mayor parte de la vida, especialmente los que están muy arraigados, como es el caso de la autocrítica. Se requiere un esfuerzo considerable para cambiar la forma de pensar y fomentar el diálogo interno positivo para llegar sentirse tranquilo y más razonable con uno mismo. No te rindas cuando no haces algo tan bien como "deberías".