La ansiedad es un mecanismo natural con una
función adaptativa que nos permite poder ponernos en alerta ante hechos comprometidos o peligrosos. Realmente, un cierto grado de ansiedad proporciona un componente correcto de
precaución ante situaciones con cierto peligro. Un nivel de ansiedad
moderado puede ayudarnos a mantenernos concentrados y permitirnos afrontar los retos que deseamos.
Por otro lado, en algunos casos, el sistema de respuesta a la ansiedad se ve
desbordado y no funciona correctamente. Para ser más concretos, la ansiedad es
desproporcionada con la situación e incluso, en algunas ocasiones, ésta se presenta
en ausencia de cualquier tipo de peligro. La persona
se siente paralizada con un gran sentimiento de indefensión y, por lo general, se da un deterioro del funcionamiento
fisiológico y
psicosocial.
Cuando la ansiedad es muy elevada y se presenta en momentos no adecuados o es tan intensa y duradera que
interfiere con las actividades normales de la persona, entonces se la considera como un trastorno.